SOCIOS DE COLCHÓN
Todo comenzó aquí una noche, una de tantas en las que no podía dormir y vine a ahogar el tiempo. El bar estaba poco concurrido, apenas cinco o seis personas y al fondo de la barra, tú.
Me senté a observarte, me gustó tu barbita y como mirabas flotar los hielos en tu Jack Daniels, de pronto, levantaste la vista y nuestras miradas se cruzaron, alzando el vaso me lanzaste un brindis acompañado de un guiño que yo te devolví levantando mi copa. Pensé que no te ibas a acercar nunca, me equivoqué. En menos de un minuto, ya estabas frente a mí.
–Ya veo que tú tampoco duermes mucho, –dijiste sentándote a mi lado.
–Poco, tirando a nada, –te contesté.
–Entonces, brindemos por el insomnio.
Esta vez si chocamos nuestros vasos.
Hablamos durante horas, no recuerdo de qué, pero después de tres copas, muchas risas y demasiados cigarrillos, me guardé la moral en el bolso y me atreví a proponerte algo.
–Veras, –te dije, –hace tiempo que busco un socio, un socio de colchón, tengo hasta el contrato redactado, no tiene muchas clausulas, apenas cinco, eso sí, al aceptarlo quedan totalmente prohibidos los compromisos y los ”te amo” entre los firmantes.
Te reías mientras te contaba y cuando terminé, entornando los ojos me preguntaste por la letra pequeña,
–Porque seguro que habrá letra pequeña, o me equivoco?.–dijiste.
–La hay, claro que la hay, – te contesté –dice que este contrato perderá su validez si se producen episodios tales como, intercambios de anillos, serenatas de tunos o presentaciones de familia.
Volviste a reír y me rodeaste con tus brazos.
–Lo de los tunos tendríamos que negociarlo, por lo demás estoy de acuerdo… ¿Dónde hay que firmar socia?
Simple Mind nos regaló la banda sonora y mientas Don´t you nos envolvía, firmamos nuestro contrato con un beso, un beso con sabor a bourbon.
© Nuria Velasco
No hay comentarios:
Publicar un comentario