EL ALQUIMISTA DE ALMAS

EL ALQUIMISTA DE ALMAS

Hay personas que aparecen en tu camino y desmontan todas las ideas y creencias que la sostenían. No las tiran de golpe, no, lo hacen poco a poco, sutilmente, con cariño, con amor y así, sin apenas darte cuenta, transforman tu forma de sentir y de percibir la vida.

Eso fue lo que él hizo.

No es fácil encontrar un amigo así, un alquimista de almas, por eso, cuando “se fue” me enfade con el de arriba, con el Jefe, por habérselo llevado.

Setecientos treinta días necesité, para que el pecho dejara de dolerme y volver a respirar con normalidad, después de ese tiempo, aunque el cabreo seguía, mi mente comenzó a serenarse.

Tras ese periodo de dolor, comencé a pasear por la playa al amanecer, me tranquilizaba, era como un bálsamo para mi mente. 

Un día, en uno de esos paseos, recordé alguna de las cosas que me enseñó, su voz llegaba con el viento y de nuevo me decía que nadie se lleva a nadie, que somos almas en tránsito, almas libres y me di cuenta de lo  egoísta que era por mi parte no aceptar su marcha. 

Comprendí el privilegio que había tenido al disfrutar de su compañía doce años, recordé los viajes, las risas, las charlas interminables delante de la chimenea, sus bromas, las noches de verano mirando estrellas y eso hizo que mi alma se llenara de agradecimiento. 

Y  así, mientras las olas golpeaban mis pies, me reconcilié con el Jefe y abrí el corazón para que Adolfo por fin, volara libre…

© Nuria Velasco

                              

                                En memoria de Adolfo Pérez-Gascón.
                                                 ...con AMOR.