SIN AIRE
Lo peor de un
final no es el adiós,
lo peor es ese nudo
puñetero
que se instala
descarado en la garganta,
un okupa miserable
que te impide
respirar.
Y así, casi sin aire,
hay que recomponer de
nuevo nuestra vida,
cambiando costumbres
anidadas
y enfrentando ese
terrible primer día,
en que pones un plato
menos en la mesa
y borras ese nombre
de la puerta del
buzón.
Lo peor no es el
adiós,
que va,
lo peor es el después
y lo que sigue…
© Nuria Velasco
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