VELA DE CUMPLEAÑOS
Estaban todos allí, rodeándola a
ella y a una tarta de fresa en la que habían escrito con merengue, Feliz
Cumpleaños.
Ella siempre se encargaba de los
cumpleaños y elegía el sabor de la tarta que le gustaba a cada uno, de queso y
arándanos si era el cumpleaños de su marido Héctor, de tiramisú cuando era el
de Manuela, su suegra, de nata y whisky para Ramón, su suegro , de trufa para
su cuñada y así con sobrinos, más cuñados y más sobrinos.
Durante 17 años, había preparado
pasteles de cumpleaños para todos los que hoy la estaban mirando mientras
entonaban o mejor dicho desentonaban el
cumpleaños feliz y ahora, mientras miraba esa tarta de fresa, se daba cuenta de
que ellos, jamás le habían hecho una jodida tarta de chocolate, que era la
única que a ella le gustaba.
No quería seguir allí, sentía que
nunca había pertenecido a aquel lugar ni a aquella familia, estaba harta de
todos ellos, de sus desprecios, de las humillaciones y de los engaños de Héctor.
Diez años atrás le había dicho a su marido que quería separarse, no había nada entre ellos, ya no quedaba ni siquiera
cariño, pero él se había puesto furioso.
Los Garayo cuando se casan es
para toda la vida y no estoy dispuesto a dar a mi padre un disgusto y que me
desherede. – Había dicho apretando los dientes.
Ya arriesgué bastante cuando me
casé contigo…Te falta algo? – gritó -
Tienes todo lo que cualquiera puede soñar, dinero, una gran casa, coche,
una posición social que no te mereces y pinceles, no te gusta pintar?.... pues
pinta y callate. No quiero volver a hablar de este tema, me oyes? Punto final.
En ese momento la canción terminó
y los aplausos rompieron sus pensamientos.
Ella los miró en silencio, se
aproximó a la vela que llameaba elegantemente sobre el merengue y cerró los
ojos para formular su dedeo, un deseo que brotaba como un trueno de su
corazón…. Salir de aquí, salir de aquí, deseo salir de aquí.
Abrió los ojos y sopló con todas
sus fuerzas mientras las risas explotaban estruendosamente.
La vela no se apagaba.
Es una broma querida, siento que
no se cumpla tu deseo.-Dijo Manuela entre risas.
Entonces ella muy suavemente, con
dos dedos cogió la vela, la elevó a la altura de sus ojos, la miró fijamente,
sonrió y dejó caer bruscamente su mano con la vela hacia abajo, hasta hundir
mano y vela en la tarta.
Quien ha dicho que no se ha
cumplido?- Le respondió a Manuela, que la miraba con la cara desencajada.
Héctor se levantó lentamente sin
dar crédito a lo que su sumisa mujer acababa de hacer. Ella sonriente le lanzó
un guiño, se limpió la mano en el mantel de lino, les lanzó un beso y dando
media vuelta con paso seguro, se dirigió a la puerta de entrada de la casa.
Al llegar allí se paró en seco,
abrió de par en par, se descalzó de sus tacones y bajó los tres escalones que la separaban de
su libertad, lleno sus pulmones de aire y así, descalza y más segura que nunca, salió
por última vez de la casa de los Señores de Garayo.
Nuria Velasco